La verdad es que llevo un par de semanas pensando en que tengo que escribir esta reseña y aún no sé por dónde voy a empezar ni cómo la voy a enfocar. No es una novela que me haya dejado una visión clara de lo que he leído, sino que he podido percibir indicios de muchas cosas. Cosas que no han querido terminar de despegar pero que apuntan maneras... a ver si soy capaz de explicarme. En el mes de mayo, Javier Jiménez Medina, el autor del libro que os voy a reseñar hoy, se puso en contacto conmigo a través de mi cuenta de Instagram para pedirme que leyera su obra y le diera mi opinión. Por diversos motivos me ha costado un poco de tiempo cumplir con este compromiso pero al fin estamos aquí.
Como os decía, "La caja dormida" me ha parecido una obra compleja, con muchas cosas, quizás demasiadas... pero que deja un regusto bastante bueno, y os lo puedo garantizar, ya que la he dejado reposar un tiempo para darme la oportunidad de organizar mis ideas.
Empecemos por el principio. La historia está contada en dos tiempos, el presente, y un largo periodo del pasado que abarca desde 1931 hasta bien pasada la II Guerra Mundial. En el presente nos encontramos con Martin Bols, un empleado del banco Credit Cantonale de Ginebra en una delicada situación personal y profesional. Martin se verá implicado en la investigación de una "caja dormida" que custodia su banco desde 1946 y que ahora quiere ser adquirida por un multimillonario relacionado con la industria farmacéutica. Parece ser que las comunidades judías son especialmente sensibles a estas cajas ya que podrían contener pertenencias de aquellos que murieron en campos de concentración Nazis, aunque realmente las cajas más susceptibles de estas sospechas son las que llevan "durmiendo", es decir, que no se han abierto, desde antes de la finalización de la II Guerra Mundial.
Por otro lado, viajamos al Berlín de 1931, donde Herbert Lutz, un policía alemán, investiga los asesinatos de unos bailarines que se relacionan con algunos miembros del partido Nazi. Aquí conoceremos el Berlín que existía antes de que Hitler impusiera su locura a Alemania entera, pero según avanza la historia, también lo hacen los años, y viviremos por tanto el Berlín Nazi, el de la Guerra, y por último también el de la postguerra. Todo ello para, de manera complementaria a la primera línea temporal, entender tanto la procedencia como la importancia de esa caja que tantos quebraderos de cabeza está dándole a Martin Bols en el tiempo presente.
Desde luego el planteamiento inicial y la trama no tienen desperdicio..., tenemos un crimen que resolver, en un lugar que se encuentra sufriendo una brutal crisis de identidad que le llevará a ser protagonista de uno de los mayores dramas de la historia de la humanidad, con un protagonista que nos dará acceso a conocer el funcionamiento de la policía berlinesa, pero también el de la Gestapo y por supuesto, al ambiente que se respiraba en Berlín a lo largo de todos aquellos años de transformación profunda.
Los personajes están bien planteados. Cada uno tiene su mochila, sus debilidades, sus fortalezas y su arco evolutivo, fundamentalmente los dos personajes principales.
Entonces... si la ambientación y el argumento están bien y los personajes también... ¿Qué es lo que le falta?... Yo diría que páginas para empezar... o quizás lo que ocurra es que sobran líneas argumentales transversales a la trama principal. El caso es que hay demasiados caminos sin salida en el laberinto de trama que se organiza a lo largo de la novela, demasiados personajes que tienen un papel relevante pero solo para un instante de la historia, y quedan como descolgados de la totalidad. Datos, indicios, pruebas que se presentan como revelaciones y que realmente no se terminan de desarrollar, no se les extrae el jugo prometido con lo que en ocasiones yo me he sentido un poco frustrada.
Hay también algunos puntos en los que he encontrado cierta dificultad para seguir alguna de las explicaciones o diálogos, incluso tras releerlos varias veces no me quedaba claro quién decía qué y, aunque no me ha impedido para nada seguir la historia, sí que es algo que molesta y que te hace salir del libro en determinados momentos.
Por último, es cierto que en ocasiones he tenido la sensación de que había demasiados saltos en el tiempo, o más bien, que el salto que tocaba llegaba demasiado pronto, sin dar la oportunidad a que la acción que se estaba desarrollando llegara a alcanzar ese punto álgido, ese... "Dios no cambies aquí, no me dejes así...", que te engancha hasta la vuelta.
Por lo demás, es un libro que va de menos a más, que arranca enseguida y cuyas últimas páginas no puedes dejar de leer porque cobran un ritmo trepidante. Y es por eso que le he querido dar 3,5 estrellas, (por segunda vez en la historia de este blog), ya que creo que, si bien no es un libro que termine de estar redondo al 100%, si que apunta muchas maneras, la temática es interesantísima y se aprenden muchísimas cosas. La atención queda capturada, el ritmo de la narración es muy bueno y solo falta un poco de experiencia en la pluma, el utilizar esos trucos de viejo sabio, recortando además aquellos flecos que no se van a desarrollar, para dar el salto a esas 4 estrellas.
Por mi parte solo deciros que me quedo con el nombre de este autor totalmente fichado y no me perderé sus próximas novelas porque estoy convencida de que la evolución puede ser espectacular.
¿Habéis tenido alguna vez una experiencia lectora similar? ¿Qué impresiones soléis tener cuando leéis una ópera prima? ¿Alguna vez habéis encontrado un libro que, siendo la primera obra del autor sea completamente redondo?
Como siempre, estoy deseando leer vuestras opiniones e ideas así que... ¡No dejéis de comentar!. Hasta entonces...
¡FELIZ LECTURA!
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